Muerte
que inspiras tristeza y grandiosidad a la vez
cobijaste
tu oscuro manto en quién te llamó con timidez
llegaste
sin avisar y sembraste en mí, el destino fatal
me
quitaste a la mujer que un día me juró amar
para
dejarme hundido en la melancolía y la soledad.
Ahora
su cuerpo yace en una tumba oscura y fría,
su cuerpo
se pudre en el ataúd que querías
emergiendo
gusanos de la carne que amé un día
dejando
huesos que con el tiempo desaparecerían.
Así es
como terminó la vida de la mujer que quería
mujer
que estuvo llena de ilusión y alegría.
Aún
recuerdo el eco de su voz perdida
la
que un día callaste para anunciar su cruel partida.
Gracias
a ti, “Santa Muerte”, mi vida es triste, vacía y sombría
cegada
por el dolor que me invade noche tras noche, día tras día.
Hay
instantes que cierro mis ojos e imagino tocar sus manos tibias
pero
despierto y encuentro una realidad llena de mentiras.
Ahora
solo me queda esperar mi anhelado final
teniendo
a la muerte como mi compañera ideal
para
que me lleve al lugar dónde mi amada está
al
lugar dónde otra vez, ella y yo nos podamos mirar
nuestras
manos podamos juntar y así volvamos a empezar
el
gran amor que un día la irónica muerte supo llevar y apagar.
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