Desde
hace millones de años el planeta Tierra ha venido atravesando por grandes
cambios naturales: glaciaciones, aparición y desaparición de nuevas especies,
las cuales han sido etapas superables para el planeta y los habitantes que
existen en su interior, pero la aparición de una nueva especie que a la postre
se convertiría en la dominante, significaría un cambio importante dentro de
este gran paraíso. La inteligencia de este nuevo ser con el transcurrir de los
años cada vez iba tomando forma, la muerte dejaba relegados a quienes no podían
evolucionar más, pero el nacimiento y la vida de un ser más perfeccionado
encarnaría a la destrucción misma; el cataclismo y la tribulación ya se podían
ver a lo lejos.
El
basto conocimiento que poseía dicho ser no serviría de nada, ya que el tiempo
izo que éste se olvidara del paraíso en que nació convirtiéndolo en un lugar
donde la desgracia, la muerte y la desolación serían las principales obras
dejadas por aquel ser racional.
El
hombre jugando a ser Dios y pensando que este paraíso jamás se destruiría creó
nuevos aliados para suplir sus inagotables necesidades, y como ser
individualista y despreocupado creo las máquinas, seres inertes de metal que
ayudan a saciar el hambre de poder del ser humano, que sumen en miseria y
decadencia al paraíso.
El
tiempo y los años siguen su curso, y la destrucción también. Hoy en día las
especies no desaparecen de forma natural, sino que se desvanecen con el tóxico
y enfermizo soplo que emite el hombre. Este planeta, este paraíso desaparecerá
si no se hace algo a tiempo, si no se utiliza de forma correcta el conocimiento
y la inteligencia sin pensar en la supervivencia de una sola especie sino en
todos quienes son parte de este gran paraíso llamado Tierra.
El
cambio está en nosotros mismos, los seres sensibles e inteligentes. Utilicemos aunque
sea por vez primera la inteligencia.
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